Nos vemos deshumanizados y enajenados cada día más.
Vemos aún más distantes a las personas que nos rodean. La brecha entre personas y grupos es más grande que antes. Políticos populistas se aprovechan de la diversidad ciudadana para señalar a unos como los buenos y los otros como los malos. Los grupos que han estado siempre en los márgenes, los pobres y los inmigrantes, sufren discursos de odio y desprecio. Los cristianos deben ser capaces de pasar del miedo al otro (xenofobia) a la hospitalidad (filoxenia). No es apenas nuestro deber moral como cristianos sino el hilo por lo cual pende nuestra vocación y testimonio cristiano.
Gracias a la Universidad Cristiana de Abilene y la Comunidad Hispana por la invitación a presentar esta reflexión acerca de la paz.
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