Desde los tiempos de la iglesia primitiva, los cristianos han apartado un tiempo para recordar y conmemorar la muerte, sepultura y resurrección de Jesús. Si bien recordamos la pasión de Jesús y su resurrección de entre los muertos todos los domingos, especialmente cuando celebramos la Eucaristía o Cena del Señor, los primeros cristianos establecieron un tiempo fijo en su calendario para una celebración particular. Al principio consistía en un ayuno especial de dos días antes del domingo de Pascua, luego se extendió en lo que conocemos hoy como la cuaresma.
La cuaresma es un periodo de 46 días, 40 si no contamos los días domingo, antes del domingo de Pascua. Es un tiempo para vivir la vida cristiana más intensamente. No hay una serie de prácticas que son ajenas a la vida cristiana cotidiana, sin embargo, la cuaresma es un tiempo especial para acompañar a Jesús en su camino a la cruz.
Es verdad que Jesús murió una sola vez y no volverá a morir. Nosotros participamos de su muerte, sepultura y resurrección a través del bautismo. No obstante, podemos trazar el camino que llevó a Jesús a la cruz y luego a la resurrección juntamente con Él todos los años para fortalecer nuestra fe y nuestro compromiso. Peregrinamos con Jesús desde el desierto de la tentación de nuevo a la cruz porque queremos examinarnos, disciplinarnos y ser formados en el camino de Jesús.
Aprendemos de Jesús en el desierto. Recién bautizado, Jesús fue impulsado al desierto por el Espíritu Santo. Allá fue tentado por el Acusador. El Satán quiso ofrecerle a Jesús otra manera de vivir su vocación y su ministerio. Le ofreció la adoración y el seguimiento de toda la humanidad sin tener que pasar por la cruz si sólo le adorara. Jesús sabía que Él era siervo sufrido que Isaías había profetizado. Jesús resistió a la tentación y comenzó su ministerio confiando en el plan de Dios.
Aprendemos de Jesús en el camino. Durante su ministerio, Jesús se negaba para que pudiera enseñar, sanar y expulsar demonios. Vino a anunciar la llegada del reino de Dios, haciendo señales para que las personas supieran que había también inaugurado su propio reinado en la tierra. Vemos que fue probado y perseguido por los maestros y los escribas. En todo, vemos a un Jesús obediente y en sintonía con el Padre.
Aprendemos de Jesús en el jardín. Antes de ser arrestado por un crimen que no cometió, Jesús oró en el huerto de Getsemaní. Sabía que tendría que enfrentar el sufrimiento y la muerte. Pidió al Padre que hiciera su voluntad. Entendió la importancia, en medio del sufrimiento y el dolor, de honrar a Dios y hacer su voluntad.
¿Cómo podemos vivir y ser formados durante este tiempo de cuaresma?
Hay tres prácticas que son comunes en este tiempo:
1. Autoexamen – analizar nuestras vidas y arrepentirnos de nuestros pecados.
2. Disciplinas espirituales – la oración, el ayuno y la auto-negación
3. Lectura y meditación – lectura contemplativa de la Palabra
Podemos hacer un inventario de nuestras vidas. ¿Cuáles son nuestras luchas? ¿Qué tendría que cambiar para seamos aún más como Jesús? ¿Cuáles son los pecados recurrentes que nos hacen perder el rumbo hacia Jesús? Podemos analizar nuestras vidas y podemos compararnos con Jesús (no con los demás) para ver en qué áreas aún nos falta crecer.
Podemos tomar más tiempo de lo normal para orar, para sintonizarnos con Dios, para decir, “que se haga tu voluntad y no la mía”. El ayuno nos permite tener más tiempo para orar, para conversar con Dios. También podemos negarnos ciertos lujos o placeres para servir a los demás para que Dios pueda cambiar nuestros corazones.
Podemos pasar más tiempo leyendo la Palabra con una disposición orante – orando mientras leemos. Al leer las palabras de Jesús, a ver cómo interactuaba con la gente, podemos orar y pedirle a Dios que nos haga más como Él. Podemos pasar un tiempo especial leyendo la pasión de Jesús, su última semana de prueba y persecución para entender mejor su sacrificio y el camino que debemos trazar junto con Él.
Ideas prácticas para crear más espacio para Dios en nuestras vidas:
· Deshacernos de ropa y demás cosas que no nos hacen falta
· Limitar nuestro tiempo en las redes sociales
· Dejar de comer en la calle para comer más en casa con otros
· Recuperar el tiempo perdido de ver películas y televisión para orar
· Cuidar lo que compramos para que podamos dar a los más necesitados
Históricamente, el tiempo de cuaresma también ha tenido 2 enfoques importantes:
1. Preparar a los no cristianos para su bautismo
2. Restaurar a los hermanos y hermanas que se han alejado de Jesús
Ya que nos queremos acercar a Jesús en este tiempo, podemos orar y visitar a las personas que tienen ganas de conocer más a Jesús y también preocuparnos por las personas que por algún motivo han abandonado el camino de Jesús.
La invitación a participar de la cuaresma no es a sumar puntos con Dios sino crear un espacio para encontrarnos con Dios en el silencio de la oración y en la meditación de su Palabra. El servicio a los demás, en especial a las personas que recién mencionamos, es una manera de imitar a Jesús y entender mejor su camino a la cruz.
Si no morimos con Jesús, tampoco vamos a resucitar juntamente con Él. Las prácticas no nos van a cambiar – es el tiempo con Jesús y el servicio en su nombre que nos van a transformar. Somos peregrinos con Jesús. Primero hay que morir para luego nacer de nuevo en su reino.
Guía de lecturas bíblicas para la meditación y oración
Miércoles de cenizas (el primer día de la cuaresma)
Joel 2:1-2, 12-17; Isaías 58:1-12; Salmo 51:1-17; 2 Corintios 5:20b - 6:10; Mateo 6:1-6, 15-21
Primer domingo de cuaresma
Génesis 9:8-17; Salmo 25:1-10; 1 Pedro 3:18-22; Marcos 1:9-15
Segundo domingo de cuaresma
Génesis 17:1-7, 15-16; Salmo 22:23-31; Romanos 4:13-25; Marcos 8:31-38
Tercer domingo de cuaresma
Éxodo 20:1-17; Salmo 19; 1 Corintios 1:18-25; Juan 2:13-22
Cuarto domingo de cuaresma
Números 21:4-9; Salmo 107:1-3, 17-22; Efesios 2:1-10; Juan 3:14-21
Quinto domingo de cuaresma
Jeremías 31:31-34; Salmo 51:1-12; Hebreos 5:5-10; Juan 12:20-33
Sexto domingo de cuaresma
Para reflexionar sobre la entrada de Jesús a Jerusalén: Salmo 118:1-2, 19-29; Marcos 11:1-11
Isaías 50:4-9ª; Salmo 31:9-16; Filipenses 2:5-11; Marcos 14:1 - 15:47
Vigilia de pascua Génesis 1:1 - 2:4a y Salmo 136:1-9, 23-26
Génesis 7:1-5, 11-18; 8:6-18; 9:8-13 y Salmo 46
Génesis 22:1-18 y Salmo 16
Éxodo 14:10-31; 15:1b-21
Isaías 55:1-11; 12:2-6
Proverbios 8:1-8, 19-21; 9:4b-6 y Salmo 19
Ezequiel 36:24-28 y Salmos 42 y 43
Ezequiel 37:1-14 y Salmo 143
Sofonías 3:14-20 y Salmo 98
Romanos 6:3-11 y Salmo 114
Marcos 16:1-8
Mañana del domingo de la resurrección
Hechos 10:34-43; Salmo 118:1-2, 14-24; 1 Corintios 15:1-11; Juan 20:1-18
Tarde del domingo de la resurrección
Isaías 25:6-9; Salmo 114; 1 Corintios 5:6b-8; Lucas 24:13-49