Acá les comparto una breve carta-reflexión para celebrar a los alumnos de la maestría de la RIB: Red de Institutos Bíblicos hoy en su graduación.
La vida cristiana consiste en aferrarse a la mano de Jesús y andar cómo Él anduvo. Jesús ha inaugurado el reinado de su Padre y nos invita a participar con Él en la redención de toda la creación. Este es el llamado para todos los cristianos: ser discípulos de Jesús, siendo transformados por el poder del Espíritu Santo, participando en la reconciliación de todas las cosas en conjunto con el Padre. Anhelamos el día cuando Dios sea todo y en todos y por eso nos entregamos al servicio de nuestro Señor.
Los teólogos y las teólogas tienen un llamado especial dentro de la iglesia. Antes de ser buenos eruditos, investigadores, lectores concienzudos o hábiles expositores de la verdad divina, deben ser hombres y mujeres de oración. Los primeros “teólogos” de la tradición cristiana fueron denominados así porque eran personas que procuraban una íntima comunión con Dios.
Por lo tanto, la tarea de los teólogos no es sólo obtener ciertos conocimientos sino conocer a Dios y ser conocidos por Él. La tarea de los teólogos también consiste en estar profundamente compenetrados con Dios y su revelación divina para que puedan ofrecer una palabra oportuna para el pueblo de Dios y el mundo. Para eso, habrá que mantener un oído en el pueblo y otro en el Evangelio (Enrique Angelelli).
La teología no son fórmulas despersonalizadas, no son procesos prolijos ni son técnicas precisas para alcanzar algún tipo de éxito espiritual. Dios ha revelado el gran mysterion que es vía, verdad y vida. Se llama Jesús, el Cristo. El quehacer teológico se trata de conocer y caminar con Él. Se trata de proclamar a Jesús con acciones y palabras. Se trata de una vida que participa en la naturaleza divina y sirve como anticipo de la venidera realización total del reino de Dios.
Hoy terminan sus estudios de maestría, pero continúan buscando conocer a Jesús en quien el universo tiene su consistencia. Que el Señor les bendiga y les guarde en este peregrinaje hacia Jesús y la nueva creación. Que el Señor les dé discernimiento espiritual, palabras de esperanza y un testimonio vivo del Dios de todo consuelo.
Su hermano y amigo,
Jonathan Hanegan