¿Se sienten conformes con sus vidas, con su visión de Jesús? Lamentablemente, la mayoría de los cristianos hoy experimentan más incomodidad al contemplar a sus hermanos que al leer los evangelios. Es fácil ver la hipocresía de otros creyentes, juzgar su incoherencia y sentir rechazo por su falta de misericordia. Lo que es bien difícil es ver nuestra hipocresía, juzgar nuestra incoherencia y sentir rechazo por nuestra propia falta de misericordia.
Existe un remedio para nuestra visión egocéntrica de la realidad. El santo remedio en un verdadero encuentro con Jesús en los evangelios. En ese encuentro, no sólo vamos siendo desafiados y exhortados, sino que también recibimos consuelo divino. La altanería de muchos creyentes hoy en día es fruto, no de una opinión bien formada acerca de Jesús y las Escrituras, sino la falta de una detenida contemplación en los relatos evangélicos.
Mientras vamos leyendo los evangelios, nos van leyendo a nosotros. Cautivan nuestra imaginación, nos persuaden, nos desafían y nos dejan al descubierto delante de Dios. Cuando apenas citamos algunos pasajes de los evangelios, somos capaces de traer a colación aquellas enseñanzas o acciones simbólicas de Jesús que apoyan nuestras creencias previamente formadas. No obstante, el Jesús de los evangelios bien leídos y no manoseados no se deja encasillar tan fácilmente. Si nuestra lectura de los evangelios no nos incomoda, si no nos sacude y no nos hace cuestionar nuestro caminar diario, nos hemos olvidado que Jesús sale a nuestro encuentro y leemos a media conciencia.
Cuando nos damos cuenta que estamos acomodando a Jesús para que sea menos que nuestro Señor y Maestro, cuando que nos estamos sintiendo bien con el papel que Jesús desempeña actualmente en nuestras vidas, sabemos que es hora de volver a ser sacudidos por los relatos que nos revelan la Palabra hecha carne.
Como buen compañero de camino, Evangelios molestos de Alessandro Pronzato nos acompaña en el camino hacia Jesús. Con genio literario, Pronzato alumbra los relatos evangélicos con frescura y cierta irreverencia que permite que los lectores vean lo que antes no eran capaces de ver. Da gusto y a la vez duele leer las palabras de Evangelios molestos.
Les desafío a exponerse, a dejarse ser descubiertos por los evangelios molestos. Y si el libro de Pronzato les puede animar a seguir profundizando en sus relecturas del evangelio, sé que contaré con ustedes como otros compañeros de viaje. Que el Jesús que salga a nuestro encuentro sea el Jesús real y no una proyección de nuestra pobre y atrofiada imaginación.
Alessandro Pronzato. (2007). Evangelios molestos. Salamanca: Ediciones Sígueme.