Con la expansión de la educación a distancia, han aumentado las oportunidades para estudiar teología en cualquier rincón de América Latina. Aunque la proliferación de la educación teológica es ciertamente algo positivo, hay que discernir qué clase de educación teológica realmente vale la pena.
Acá les ofrecemos algunas pautas para tomar en cuenta a la hora de elegir un programa de estudios teológicos.
Existen, por lo menos, dos tipos de instituciones en cuanto a la educación teológica: 1). instituciones que te enseñan qué pensar y 2). instituciones que te enseñan cómo pensar. Tanto las instituciones conservadoras como liberales son capaces de querer adoctrinar a los estudiantes antes de enseñarles cómo pensar. Ya sabemos que ninguna educación es neutral. Por lo tanto, cada institución y profesor tienen motivos para enseñar la teología y pueden ser variados. En el mejor de los casos, los motivos serán explicitados para los estudiantes.
En mi opinión, las mejores instituciones son aquellas en que Jesús y la Palabra son la materia prima de todo pensamiento teológico. Esto no quiere decir que debemos excluir las ciencias sociales o los estudios literarios. Quiere decir que los debates y las investigaciones teológicas deben apuntar al autor y perfeccionador de la fe y la praxis que Él desea de sus discípulos. Si alguna institución hace una teología sin Jesús y la Biblia, difícilmente será teología cristiana.
Una vez más, las mejores instituciones, según mi visión son aquellas que fomentan una espiritualidad cristocéntrica que acompaña el quehacer teológico. Es muy difícil leer los salmos y no clamar a Dios. Es difícil leer el Apocalipsis de Juan y no querer cantar junto con los seres celestiales. En el mejor de los casos, el estudio de la iglesia, su misión y su interacción con la sociedad no debe realizarse como alguien desligado de o indiferente a esas realidades. La reflexión teológica debe ser animada por una espiritualidad íntegra e inteligente centrada en Jesús.
En la educación teológica, la diversidad de los estudiantes y de los profesores es una virtud. Dios sigue siendo, hasta cierto punto, misterio y su revelación a nosotros, la Biblia, sigue pronunciando misterios que van más allá de nuestra comprensión. La diversidad de interpretaciones y opiniones suman para alcanzar un mejor entendimiento de las Escrituras. El cristianismo es una fe que se vive en casi todo el mundo y podemos aprender enseñanzas valiosas de sus diversas expresiones en diferentes culturas.
En cuanto sea posible, la mejor educación teológica toma en cuenta el contexto de los estudiantes. Toda teología es contextual y cuando creemos que la teología carece de contexto, lo más probable es que somos incapaces de discernir sus procesos de elaboración. Para América Latina, es importante hacer una teología que exalta la vida y ministerio de Jesús como modelo para la iglesia. Es imprescindible estudiar lo que la Biblia revela del corazón de Dios acerca de la pobreza, la justicia y el shalom que sólo Él ofrece. No debemos ser ingenuos y creer que toda literatura traducida al castellano ha agotado las posibles interpretaciones bíblicas ni que toda reflexión teológica de afuera nos sirve en nuestra búsqueda para andar con Jesús en América Latina.
Mi deseo es que Jesús puede estar en el centro del quehacer teológico de los cristianos de América Latina. El estudio de la teología no es sólo para aquellas personas que quisieran ser profesores de teología, pastores, ministros o maestros – es para todos, hombres y mujeres que desean profundizar en los misterios de Dios para poder participar en la naturaleza divina en esta vida y para la eternidad.