crucifixión

La crucifixión del ministerio

La crucifixión del ministerio

En el bautismo, morimos a nosotros mismos. Morimos al viejo hombre. Debemos también morir a nuestras ambiciones, a “nuestro ministerio”. Dios no es jefe ni empleador ni tampoco capataz. Es el Padre amoroso que llama a sus hijos e hijas a colaboraren lo que Él está haciendo.