ministerio

La crucifixión del ministerio

La crucifixión del ministerio

En el bautismo, morimos a nosotros mismos. Morimos al viejo hombre. Debemos también morir a nuestras ambiciones, a “nuestro ministerio”. Dios no es jefe ni empleador ni tampoco capataz. Es el Padre amoroso que llama a sus hijos e hijas a colaboraren lo que Él está haciendo.

¿A qué vino Jesús?

¿A qué vino Jesús?

Somos cristianos. Somos cristianos porque seguimos a Jesús. Si él es la cabeza, nosotros somos su cuerpo. Debemos continuar lo que él comenzó mientras estuvo acá en la tierra. Debemos continuar su ministerio, un ministerio coherente con la vida y obra de Jesús.