¿A qué vino Jesús?

Somos cristianos. Somos cristianos porque seguimos a Jesús. Si él es la cabeza, nosotros somos su cuerpo. Debemos continuar lo que él comenzó mientras estuvo acá en la tierra. Debemos continuar su ministerio, un ministerio coherente con la vida y obra de Jesús.

 

Primero debemos preguntarnos, ¿a qué vino Jesús?

 

El mismo Jesús respondió esta pregunta de muchas formas (Mateo 5:17; 9:13; 10:34-35; Marcos 1:38; 2:17, Lucas 5:32; 12:49, etc.). Aquí les doy dos respuestas que representan  dos extremos de la tradición cristiana.

 

·      Unos dicen: Jesús vino a morir para salvar nuestras almas.

·      Otros dicen: ¡Qué lástima que Jesús tuvo que morir, tenía un gran ministerio! 

 

En parte, estos dos extremos surgen por la tradición cristiana de los credos. Los credos son declaraciones de fe que ayudaban a los cristianos primitivos a saber cuáles son las enseñanzas correctas acerca de Dios y cuáles no. Existen varios credos importantes en la tradición cristiana: el credo de los apóstoles (c. 180) y el credo niceno (325/381) entre otros. Esto es lo que dicen los dos credos acerca de la vida y obra de Jesús respectivamente:

 

            Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor,

            que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,

            nació de Santa María Virgen,

            padeció bajo el poder de Poncio Pilato

            fue crucificado, muerto y sepultado,

            descendió a los infiernos,

            al tercer día resucitó de entre los muertos,

            subió a los cielos

            y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso.

            Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

 

            . . . y en un solo Señor Jesucristo, el Hijo de Dios;

            unigénito nacido del Padre, es decir, de la sustancia del Padre;

            Dios de Dios, luz de luz, Dios verdadero de Dios verdadero;

            engendrado, no creado;

            de la misma naturaleza que el Padre;

            por quien todo fue hecho: tanto lo que hay en el cielo como en la tierra;

            que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó y se encarnó,

            se hizo hombre, padeció y resucitó al tercer día,

            (y) subió a los cielos, vendrá a juzgar a vivos y muertos . . .

 

Hacemos algunas observaciones:

 

·      Los credos primitivos se enfocan en la divinidad de Jesús porque esta doctrina causó mucha división entre los primeros cristianos.

·      Luego cobró importancia de donde provenía Jesús, su naturaleza divina y eterna.

·      Los credos hacen cero mención de la vida y obra de Jesús previo a su muerte, sepultura y resurrección porque no hubo controversias o desacuerdos acerca de su ministerio terrenal.

 

Aunque al principio los credos servían como «pruebas de comunión», luego servían como un bosquejo para la educación cristiana. La catequesis de la iglesia estaba basada en los credos. De hecho, hasta el día de hoy existen muchos libros de teología sistemática que son ordenados según los credos.

 

¿Cuál es el riesgo de plantear la educación cristiana usando los credos?

 

Es peligroso tomar cualquier declaración humana como currículo para aprender acerca de Dios y la historia de salvación. Y es peligroso tomar una declaración de origen humano que omite casi la totalidad de los cuatro evangelios.

 

Si bien es verdad que los evangelios pasan varios capítulos describiendo la importanciade la muerte, sepultura y resurrección de Jesús, la mayor parte de los evangelios describen en gran detalle sus enseñanzas y su ministerio.

 

Es como si el primer extremo que mencionamos arriba, «Jesús vino a morir para salvar nuestras almas» fuese una lectura no de los cuatro evangelios canónicos sino del credo de los apóstoles. No hace referencia al manifiesto de Nazaret (Lucas 4:16-30) ni tampoco de sus tantas interacciones con judíos, los samaritanos y los paganos en la región de Decápolis. Supone que lo único realmente importante que hizo Jesús fue morir y resucitar. ¡Casi podemos escuchar las voces de los cuatro evangelistas pidiendo a gritos que leyéramos el resto de sus escritos!

 

En el otro extremo que dice, «¡Qué lástima que Jesús tuvo que morir, tenía un gran ministerio!» no hace una lectura cuidadosa de los evangelios tampoco. La posición que ve la entrega y muerte de Jesús como una lástima no toma en cuenta que «nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos» (Juan 15:13 NVI). En realidad, este extremo es una posición reaccionaria al primer extremo. Afirmar la muerte redentora de Jesús en la cruz a favor del mundo no niega su ministerio redentor previo a esa muerte.

 

¿Cuál es el equilibrio entre estos dos extremos?

 

Debemos tomar en cuenta las siguientes consideraciones:

 

·      Jesús vino a salvar personas, no sólo sus almas.

·      Ya que Jesús pretende salvar a toda la persona, le interesa su vida terrenal.

·      El ministerio de Jesús es coherente y forma una parte integral con su obra redentora en la cruz.

·      No podemos participar plenamente en la vida de Jesús sin participar en su muerte, sepultura y resurrección a través del bautismo.

·      No podemos participar plenamente en la vida de Jesús sin participar en la continuación de su ministerio sanador, el anunciado y la expansión de su reino en la tierra.

 

Debemos cuidarnos de evitar estos dos extremos. Y debemos cuidarnos de la teología reaccionaria que trata de equilibrar uno de los dos extremos y nos lleva a otro.

 

Una lectura seria y dedicada de los cuatro evangelios será el mejor remedio para el malestar causado por estos dos extremos. Ninguno de ellos representa fielmente el testimonio de los cuatro evangelistas.

 

¡Demos gracias a Dios por el nacimiento, el ministerio de Jesús, sus enseñanzas, su muerte, sepultura y resurrección, su ascensión y esperamos con ansias su venida a nuestro mundo!