Cristianismo y responsabilidad social

¿Tenía razón Marx que la religión es el opio de los pueblos? ¿Nos adormece la religión ante lo que pasa en nuestro mundo? 

¿Qué papel desempeñan los cristianos en la sociedad?

En 1844 Karl Marx escribió: «Die Religion ... Sie ist das Opium des Volkes». Quería señalar al hecho que muchas religiones llevan a sus fieles a plasmar todo su empeño y sus esperanzas en un futuro mundo, olvidándose del mundo en que viven.

Me parece que Marx hizo una crítica certera de la religión que él mejor conocía. Sin embargo, esta crítica no tiene cabida en cuánto al cristianismo que vivían los primeros cristianos. 

Los primeros cristianos sabían bien lo que enfrentaban: persecución y exclusión de ciertos círculos sociales por su convicción acerca de Jesús y el reino de Dios en este mundo. Sin embargo, no dejaron de preocuparse por la situación de sus vecinos. De hecho, más de una vez los cristianos fueron reconocidos por los gobernantes paganos por su servicio entre los más marginados y olvidados de la sociedad. 

¿Y hoy, qué hacen los cristianos para llevar la luz de Jesús? ¿Nos limitamos a predicar desde el púlpito o nos atrevemos a ir y servir en el nombre de Jesús a los más necesitados? 

Los cristianos que verdaderamente entienden el camino de Jesús no se desentienden del mundo en que viven. La vida abundante que nos prometió Jesús tiene su inicio en nuestro bautismo. No hay que aplazar la participación en la naturaleza divina a una futura existencia. Por lo tanto, nuestras esperanzas y todo nuestro empeño no están dirigidos únicamente al futuro, sino que vivimos plenamente el día de hoy continuando el ministerio redentor de Jesús dondequiera que estemos.  

Obra del premio Nobel argentino Adolfo Pérez Esquivel

Obra del premio Nobel argentino Adolfo Pérez Esquivel

¿Cómo hacemos, entonces, para dar testimonio del Jesús resucitado en nuestro mundo globalizado y aquejado por guerras y crisis socioeconómicas? 

Tal vez haga falta primero detenerse, contemplar la actualidad y reflexionar sobre ella a la luz de las Escrituras.  

Esto es lo que yo he intentado hacer en cuanto a la llamada «crisis migratoria» o «crisis de refugiados» a nivel internacional. Los cristianos deben formar su propio opinión sobre los acontecimientos mundiales antes de que lo hagan los medios masivos. 

 

Dos sugerencias para aprender más acerca de la crisis de los refugiados
y la crisis migratoria en el mundo actual:

Zygmunt Bauman. (2016). Extraños llamando a la puerta. Buenos Aires: Paidós. 

Slavoj Zizek. (2016). La nueva lucha de clases. Los refugiados y el terror. Barcelona: Editorial Anagrama. 

 

¿Cuáles han sido mis conclusiones después de contemplar la actualidad y reflexionar sobre ella la luz de la vida y obra de Jesús? 

  • Las fronteras geopolíticas existen para fomentar y mantener el poder de un estado-nación
  • Estas fronteras pueden proteger a algunos seres humanos y perjudicar a otros 
  • Nadie debería ser considerado ilegal en la tierra que hizo nuestro Dios
  • Los cristianos deben actuar en base al amor y no del temor al extraño 
  • Jesús fue un refugiado a Egipto, ergo, debemos aceptar a los refugiados 
  • Debemos ver el rostro de Jesús en los inmigrantes y los refugiados 
  • Los cristianos tendrían que ser los primeros en mostrar solidaridad con los extraños 
  • La hospitalidad cristiana con «el otro» debería caracterizar nuestras iglesias
«La humanidad está en crisis y no hay otra manera de salir de esa crisis que mediante la solidaridad entre los seres humanos.»
— Zygmunt Bauman

Si Bauman, un sociólogo polaco de la Universidad de Varsovia reconoce la necesidad de solidaridad entre los seres humanos, ¿cuánto más aquellas personas que caminan con Jesús? Los cristianos debemos lidiar ese llamado a la solidaridad. Y no sólo eso, nuestras iglesias deben ser un reflejo de la sociedad que Dios quiere. 

¿Cuál es, entonces, nuestra responsabilidad ante el mundo? Debemos continuar el ministerio de Jesús de proclamar las buenas nuevas a los pobres, a anunciar libertad a los presos, dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a anunciar el año favorable del Señor.

«El Señor ha puesto su Espíritu en mí,
porque me eligió para anunciar las
buenas noticias a los pobres.
Me envió a contarles a los prisioneros que
serán liberados.
A contarles a los ciegos que verán de nuevo,
y a liberar a los oprimidos;
para anunciar que este año el Señor
mostrará su bondad.»
— Lucas 4:18-19 PDT

¿Seremos culpables de dar la espalda a los necesitados cuando fue a ellos que el Señor vino a salvar, rescatar y liberar? ¿Espiritualizaremos su necesidad? ¿Sublimaremos su necesidad a algo «meramente espiritual»?

¿O tendremos la valentía para saber que la proclamación del evangelio no puede separarse de las obras evangélicas de nuestro Señor Jesucristo?