Navidad y yo tan lejos

Navidad y yo tan lejos

Millones de latinoamericanos pasaron esta Navidad lejos de su tierra, lejos de sus familias. Para muchos la Navidad es para celebrar el nacimiento de Jesús pero también trae recuerdos con alegría, nostalgia y algo de tristeza navidades anteriores. Muchos padecen la nostalgia tan palpable en el folclore navideño latinoamericano porque fueron desplazados de sus tierras forzosamente. No querían irse, no querían huir pero tuvieron que salir para poder comer, para poder crecer.

La canción, «Son tan buenos los recuerdos» de la agrupación venezolana Sanluis ilustra bien los sentimientos encontrados experimentado por muchos latinoamericanos:

¿Cómo está adornada mi ciudad? ¿Sí están forrados con bombillos de colores cada hogar, en las parrandas que no voy a estar?

Cuéntales a mis amigos que estoy bien, que aquí me va muy bien, no como lo soñé pero esta noche se me encoge el corazón y me entra la ilusión. . . .

Navidad y yo tan lejos, son tan buenos los recuerdos.
— Luis Castillo y Santiago Castillo
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Justo en estas fiestas tan llenas de sentimientos encontrados, celebramos el nacimiento de Jesús que es llamado Emanuel, Dios con nosotros. Cuando nos vienen los recuerdos de años anteriores, es difícil no ahogarse por la lejanía que padecemos. Sin embargo, debemos mantener presente que en medio de la lejanía que sentimos, Dios se ha acercado a su pueblo en la forma humana de Jesús.

Jesús no nace en un mundo utópico sino que nace en nuestro mundo quebrantado. El mundo a veces pareciera estar igual desde su venida: siguen existiendo las guerras, la opresión, el sufrimiento. Lo diferente ahora es que Dios ha hecho su morada entre nosotros. Vimos la gloria el unigénito Hijo de Dios.

No se dejen consumir por la nostalgia por más que duele porque Dios en Jesucristo nos acompaña, cerca o lejos de nuestra tierra, con o sin nuestras familias. Jesús vino, nació, vivió, murió y resucitó para sanar nuestro mundo, para ajustar cuentas con el mal y poner el mundo en orden. La lejanía que sentimos es momentánea mientras que la redención que nos espera es eterna.

No vivamos como aquellos que no tienen esperanza. Nosotros servimos a Jesús Emanuel, Dios con nosotros.

 

Para seguir reflexionando sobre el misterio de la encarnación de Jesús:

Ambrosio de Milán. (2005). El misterio de la encarnación del Señor. Madrid: Ciudad Nueva.

Atanasio. (1989). La encarnación del verbo. Madrid: Ciudad Nueva.