La iglesia es el lugar perfecto para los pecadores, para los hipócritas y para los que aún están habituados a pecar. Es el lugar perfecto para ellos siempre y cuando no pierden de vista la necesidad del arrepentimiento. La iglesia no reúne a personas perfectas o intachables. (Aún no he conocido ninguna hasta la fecha.) La iglesia reúne a las personas que han sido liberadas de la pena de muerte y han recibido, por la gracia de Dios, una nueva oportunidad para vivir en serio.