¿Qué es la Cuaresma?
Es el periodo de los 40 días (sin contar los domingos) antes de la Pascua cristiana. Junto con el Adviento, la Cuaresma es uno de los momentos más importantes en el calendario cristiano.
La Cuaresma representa una oportunidad para entrar en la historia de la salvación.
¿Qué es la historia de la salvación? Es el recorrido que hace Dios para redimir toda la creación. Poco después de que Yahvé hizo el mundo, los seres humanos ya le habían dado la espalda. Siendo ya hechos en la imagen y semejanza de Dios, escucharon la voz de la serpiente que les prometía «ser como los dioses» cuando en realidad, ya eran como Dios y tenían una íntima comunión con Él. A partir de ahí, Dios movió cielo y tierra para restaurar esa hermosa y vivificante comunión que la humanidad en un momento había rechazado.
Los 40 días de la Cuaresma son una oportunidad para entrar en esa historia y de alguna manera mística, ensayar la historia de la salvación. Son una oportunidad para reconocer nuestra finitud y nuestra pecaminosidad. La práctica de la Cuaresma es sombría, pero en realidad, subyace en la experiencia de la Cuaresma una expectativa prometedora. Somos como prisioneros que están a punto de salir de la cárcel. Somos como enfermos hospitalizados esperando su pronta salida para casa.
Tal como Jesús, tendremos 40 días para contemplar y discernir la obra de Dios en nuestro mundo. Por lo tanto, elegimos una postura de humildad, de escucha activa y, sobre todo, una postura de manos abiertas para recibir del Señor lo que Él nos quiere dar.
Tal como Jesús, tendremos 40 días para contemplar y discernir la obra de Dios en nuestro mundo. Por lo tanto, elegimos una postura de humildad, de escucha activa y, sobre todo, una postura de manos abiertas para recibir del Señor lo que Él nos quiere dar.
En los primeros siglos, el domingo de Pascua era el día de los bautismos – el día para que los catecúmenos recibían el perdón de pecados, el don del Espíritu Santo y la entrada a la iglesia. Es por eso que la temporada antes de la Pascua fue dedicada a la introspección, el arrepentimiento y el ayuno.
En la Cuaresma acompañamos a Jesús en tres momentos de su vida:
· En el desierto – Jesús es tentado por el diablo. En primera instancia le hace cuestionar la voz de Dios que recién escuchó en su bautismo. El diablo prácticamente le dice, «¿por qué sufrís? ¿Por qué te escondés? ¿Para qué renunciar las riquezas y el poder si realmente sos el Hijo de Dios?» Jesús en el desierto renuncia el camino del diablo: la comodidad física, el aplauso de las masas y el poder político. Jesús le dice que «no» al tentador para emprender un recorrido a la cruz.
· En el camino – luego de tentar a Jesús, el diablo le dejó hasta un tiempo más oportuno. La historia del ministerio de Jesús nos muestra vez tras vez cuantas personas intentaron desanimar, obstaculizar, evitar y desviar el camino que Jesús había emprendido. Incluso Pedro, uno de sus amigos más cercanos, intentó detenerle en su camino a la cruz.
· En el huerto – la Cuaresma termina en el huerto de Getsemaní. Jesús estuvo angustiado y agitado mientras contemplaba la copa de la pasión que le quedaba por delante. Sin embargo, Jesús se propone cumplir con la voluntad de Dios, cueste lo que cueste. Poco después emprendió el camino a la cruz.
Durante la época de la cuaresma, Jesús llama al seguimiento en Marcos 8:34 NVI:
Si alguien quiere ser mi discípulo —les dijo—, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga.
La Nueva Traducción Viviente lo dice que de una manera más explícita:
Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor, tiene que abandonar su manera egoísta de vivir, tomar su cruz y seguirme.
¿Cómo se celebra la Cuaresma?
Si vamos a acompañar a Jesús en su recorrido a la cruz, debemos buscar la simplicidad que nos permite enfocarnos y transitar el camino junto a Él.
El ayuno es la manera tradicional para celebrar la Cuaresma. La forma de ayunar y la cantidad de días de los ayunos han cambiado a través de la historia. Sin embargo, lo importante es generar un espacio y apartar un tiempo propicio para encontrarse con Dios en la lectura de la Palabra y en la oración. Debemos recordar que no sólo vivimos del pan sino del Pan que descendió del cielo, Jesús.
La lectura bíblica nos ayuda para estar más presentes con Jesús en su camino a la cruz. Podemos contemplar sus enseñanzas, sus tentaciones en el desierto y la oposición que Él regularmente enfrentaba. Podemos imaginarnos como parte de esas escenas y tratar de imaginar cómo sería sentir en carne propia lo que experimentaba Jesús. Cuanto más sepamos de lo que Jesús ha hecho por nosotros, tomaremos en serio el pecado y nuestra necesidad del arrepentimiento.
La oración no sirve sólo para hacerle saber a Dios lo que necesitamos, sino también sirve para reorientarnos alrededor de los propósitos de Dios para nosotros. Si en el Adviento oramos ansiosamente por la llegada de Jesús a nuestro mundo y a nuestras vidas, en la Cuaresma le rogamos a Dios que nos perdone y que haga un espacio para sí en nuestros corazones. No podemos morir junto a Jesús en la cruz sin antes lamentar nuestros caminos errados.
La Cuaresma apunta a la obra redentora de Jesús en la cruz: su muerte, sepultura y resurrección. También nos recuerda de nuestro bautismo en que morimos, fuimos sepultados y resucitados juntamente con Jesús para andar en vida nueva. Para darle el valor que le corresponde a la nueva vida, debemos trazar el camino que nos llevó hasta nuestra muerte en el bautismo. Debemos arrepentirnos y volver a la cruz.
¿Cuál es el ayuno que agrada a Dios?
El ayuno en la Biblia siempre fue de arrepentimiento, individual o colectivo. Nunca fue para llamar la atención a Dios, manipularlo o conseguir algo de su parte. Isaías capítulo 58 nos da algunas pistas acerca del ayuno que Dios quiere.
¿Cómo se puede ayunar durante la Cuaresma?
Algunos eligen ayunar ciertos días, por ejemplo, los viernes de la Cuaresma y luego jueves santo hasta comer la eucaristía el domingo de Pascua. Algunos eligen diferentes momentos durante la Cuaresma para ayunar. No obstante, lo importante es tomar un tiempo y crear un espacio para orar y leer la Palabra.
Algunos «ayunan» distintas cosas como el chocolate, el café o el Netflix. En lo personal, me parece que debería existir una distinción entre «abstenerse de algo que te domina» y «ayunar». Ayunar es ir sin comer como señal de arrepentimiento. Abstenerse de ciertos lujos que nos desvían del buen camino por nuestra falta de dominio propio para volver a encontrarse con Dios es otra cosa. Tanto el ayuno como la abstinencia pueden ser prácticas durante la Cuaresma para poder acompañar a Jesús en su camino a la cruz.
Esta es una de las más hermosas oraciones que nos puede ayudar a comenzar la Cuaresma en sintonía con Dios.
Bibliografía:
Arthur, Sarah. (2016). Between Midnight and Dawn: A Literary Guide to Prayer for Lent, Holy Week, and Eastertide. Brewster, MA: Paraclete Press.
Gross, Bobby. (2009). Living the Christian Year: Time to Inhabit the Story of God. Downers Grove, IL: IVP.
Zevini, Giorgio y Pier Giordano Cabra. (2011). Lectio Divina para cada día del año. Tiempo de cuaresma y Triduo pascual. Vol. 3. Navarra: Editorial Verbo Divino.