Ayer se cumplió un mes de la desaparición de Santiago Maldonado. Durante la última dictadura militar acá en la Argentina se estima que hubo más de 30.000 desapariciones forzosas por parte del estado en cooperación con las fuerzas militares. Una desaparición forzosa de parte del estado, eliminando los procesos legales y los derechos humanos es terrorismo del estado. No sabemos a ciencia cierta qué fue lo que pasó a Santiago Maldonado. Existen distintas versiones de los hechos. De todas maneras, es preocupante que este hecho se asemeja a tantos de nuestro pasado reciente. Además de preocupar a las personas que participan de la política partidaria, debería también preocupar a los cristianos.
En la Argentina, la mayoría de los cristianos participan muy poco de la vida política en maneras visibles o palpables. Algunos grupos cristianos han hecho saber su descontento pero mayormente en temas referentes al aborto y el matrimonio igualitario entre personas del mismo sexo. Cuando se trata de El día de la memoria, la verdad y la justicia (24 de marzo, en conmemoración por el inicio de la última dictadura militar en Argentina) o una marcha en contra de la violencia de género o incluso un reclamo multitudinario a favor de un joven posiblemente desaparecido por el gobierno, pareciera que hay poco interés.
Tanto la iglesia católica como ciertas iglesias protestantes apoyaron la última dictadura. También es cierto que algunas iglesias levantaron la voz, denunciaron los abusos y violaciones de los derechos humanos y se opusieron al régimen. Mientras algunas iglesias activamente apoyaron el terrorismo de estado, otras resistieron y otras, por lo que se puede ver desde afuera, guardaron silencio.
¿Cuál es el motivo que llevó a tantas iglesias a guardar silencio sobre lo que profundamente afectó a la sociedad argentina? ¿Cuál es el motivo que hoy lleva tantas iglesias a no pronunciarse sobre los acontecimientos actuales que afectan a nuestra sociedad? Creo que pueden haber distintos motivos:
- Algunas iglesias mantienen una «política» que no se permite hablar de la política. Como existen diversos puntos de vista dentro de la comunidad cristiana, los líderes dicen que es mejor evitar temas que podrían causar divisiones dentro de la iglesia. Pero, ¿qué pasaría si algunas de estas visiones no concuerdan con la esencia del evangelio de Jesús? ¿Serían igualmente válidas? ¿Permitimos que la Palabra de Dios penetre en todo nuestro pensamiento menos en nuestra concepción de lo político?
- Algunas iglesias espiritualizan los problemas de la sociedad y por lo tanto, espiritualizan la solución. Si bien el pecado se encuentra en la raíz de todo lo malo que vivimos, espiritual o socialmente, no se puede negar el pecado estructural que se encarna en políticas opresivas. Si bien la conversión de cada individuo en la sociedad haría un gran impacto en la sociedad, la iglesia no tiene por que limitarse a predicar la salvación individual cuando hemos heredado una gran tradición profética que alcanza su punto más alto en la vida y ministerio de Jesús.
- Algunas iglesias están demasiado ocupadas «siendo iglesia» como para prestarle atención a lo que está pasando a su alrededor. En vez de entenderse como luz y sal en la tierra, en vez de concebirse como una embajada del cielo que obra en función a la reconciliación de Dios con los humanos y los seres humanos entre sí, se dedican a adorar a Dios, enseñar la Biblia y tratar de hacer estas dos cosas cada vez mejor. Es una verdadera pena cuando vemos a la iglesia siempre «en potencia» y no ejerciendo su ministerio con voz profética dentro de la sociedad.
Debemos entender que categorizar a ciertas cuestiones o acontecimientos como "políticos" niega la realidad integral que viven los seres humanos todos los días. Tu cuerpo afecta tu ánimo. Tu ánimo es un reflejo, en cierta medida, de tu espiritualidad. Tu espiritualidad depende, en gran parte, de lo que hacés o no hacés con tu cuerpo. Y tu cuerpo tiene que ver con cómo vivís en sociedad, cómo hacés vida o no en la comunidad humana. Ignorar o ser indiferentes ante cuestiones que afectan la vida misma de los demás es vivir aislada y egoístamente. Vivir indiferentemente ante la vida del prójimo y la vida en común de los seres humanos es permitir tu propia deshumanización.
¿Qué dice la Biblia sobre la política como la entendemos hoy? Por un lado, dice poco. Según nuestra comprensión de la política hoy, no vemos que la Biblia hable del partidismo político o cuál sería el papel de los cristianos en un contexto de política en masas. Por otro lado, la Biblia dice mucho. Dice que debemos orar por los gobernantes y someternos a ellos sin obedecerles en temas que nos harían renunciar nuestra fe o compromiso con el Señor. Pero algo más nos tiene que decir la Biblia sobre la política.
Para los hebreos y luego los primeros cristianos, no existía una dualidad entre lo espiritual y lo secular, lo público y lo privado y no existía, por lo tanto, la opción de la apolítica. No se podían separar, bajo ningún criterio, la vida espiritual del pueblo de Dios y lo político. De hecho, el mismo Jesús desafió no sólo a los líderes religiosos de su época, sino también los herodianos y al mismo imperio romano. Hará falta una relectura de la Biblia sin esos lentes erróneos de la dualidad platónica para capturar la radicalidad del mensaje libertador de la Palabra.
A mí, personalmente, como cristiano, me preocupa el paradero de Santiago Maldonado. También me preocupa la indiferencia de muchos cristianos que continúan como si nada hubiese pasado. Si servimos al Dios de Jesucristo que ama, cuida, sana y restaura a los pobres y marginados, que exalta a las mujeres y a los niños, que reclama justicia y levanta su ira contra la injusticia, debemos evitar la indiferencia. Porque la indiferencia, a fin de cuentas, sólo colabora a los opresores. Somos llamados a la libertad y a abogar por la libertad de los demás.