Lo sagrado, lo divino y lo trascendente nunca están muy lejos en muchas grandes obras de la literatura universal. No hay que ir a las «librerías cristianas» para descubrir libros que te iluminan, te consuelan o te desafían a vivir la realidad del reino de Dios en el presente.
Yo no soy muy optimista. La verdad es que si me pongo a observar el rumbo del mundo, vamos de mal en peor. No veo indicios de cambios pronto. No obstante, gracias a Dios, puedo ver con los ojos de la fe.
Según René Padilla, «cada generación de cristianos tiene la magna tarea de proclamar el evangelio dentro de su propio contexto socioeconómico, político y cultural». ¿Estamos conscientes de nuestros contextos? ¿Sabemos construir puentes entre el mundo bíblico y nuestro mundo actual?
La poesía es uno de los mejores medios para adentrar en el misterio de la encarnación. La prosa puede apuntar a compartir conocimientos mientras que la poesía no descuida la cabeza ni tampoco el corazón.